El mal de altura, o mal de montaña, es una condición que puede afectar a cualquier persona que asciende a grandes altitudes, como en el caso de visitar Machu Picchu. Sin embargo, hay ciertos grupos que pueden ser más susceptibles a sus efectos, como los niños y los ancianos. A medida que la edad avanza, el cuerpo puede tener más dificultades para adaptarse a la disminución de oxígeno en altitudes elevadas.
Además, aquellos que tienen condiciones médicas preexistentes, como problemas respiratorios o cardiovasculares, también corren un mayor riesgo. La condición física general de una persona puede influir en su capacidad para aclimatarse al mal de altura. Por lo tanto, es recomendable que los turistas se preparen adecuadamente antes de su visita.
Una de las mejores maneras de prevenir el mal de altura es aclimatarse adecuadamente antes de realizar actividades intensas. Pasar al menos uno o dos días en Cusco antes de visitar Machu Picchu puede ayudar a que su cuerpo se adapte a la altitud. Durante este tiempo, es importante mantenerse hidratado y evitar el alcohol, ya que puede deshidratar el cuerpo y aumentar el riesgo de mal de altura.
También se recomienda realizar un ascenso gradual a Machu Picchu, utilizando el tren o el bus para llegar a la entrada, en lugar de caminar desde el pueblo de Aguas Calientes. Si experimenta síntomas como dolor de cabeza, náuseas o mareos, es crucial descansar y descender a una altitud más baja si es necesario.
Recuerde que el mal de altura es una respuesta natural del cuerpo a la falta de oxígeno, y cada persona reacciona de manera diferente. Con la preparación adecuada y respetando los tiempos de aclimatación, la mayoría de los viajeros pueden disfrutar de la belleza de Machu Picchu sin problemas.