Cuando se habla de altitud muy alta, generalmente se refiere a altitudes superiores a los 2,500 metros (8,200 pies) sobre el nivel del mar. En Perú, lugares como Machu Picchu y Cusco se encuentran a altitudes que pueden superar los 2,400 metros (7,874 pies), lo que puede provocar efectos en la salud de algunos visitantes.
Al llegar a estas elevaciones, es común experimentar síntomas de mal de altura, que pueden incluir dolor de cabeza, náuseas, fatiga y dificultad para respirar. Estos síntomas son causados por la menor presión de oxígeno en el aire a esta altitud. La adaptación puede llevar de unos días a una semana, y es importante permitir que el cuerpo se aclimate.
Para minimizar los efectos de la altitud, los viajeros deben considerar algunos consejos. Primero, es recomendable aclimatarse gradualmente, especialmente si planean realizar actividades físicas intensas. Pasar un par de días en Cusco antes de visitar Machu Picchu puede ser muy beneficioso.
También es esencial mantenerse hidratado. Beber suficiente agua ayuda a combatir la deshidratación, que puede acentuarse en altitudes elevadas. Evitar el consumo de alcohol y comidas pesadas también puede ayudar a prevenir molestias.
Además, es aconsejable escuchar a tu cuerpo. Si experimentas síntomas de mal de altura, es mejor descansar y no sobrecargarlo. En casos severos, buscar atención médica puede ser necesario.
A pesar de los posibles inconvenientes, la experiencia de explorar Machu Picchu y el Valle Sagrado supera con creces cualquier desafío que la altitud pueda presentar. La belleza de los paisajes y la rica historia cultural hacen que valga la pena el esfuerzo.
Finalmente, siempre es recomendable consultar a un médico antes de viajar, especialmente si tienes antecedentes de problemas respiratorios o cardíacos. Con la preparación adecuada, tu aventura en Perú será inolvidable.