La selva peruana es un vasto y fascinante ecosistema que cubre aproximadamente el 60% del territorio de Perú. Esta región, conocida por su biodiversidad, es hogar de miles de especies de flora y fauna, muchas de las cuales son endémicas. Desde Machu Picchu, los viajeros pueden acceder a la selva a través de rutas que ofrecen vistas impresionantes y experiencias únicas. El viaje a la selva suele comenzar en Cusco, donde puedes tomar un tren hacia Aguas Calientes y luego continuar hacia el Parque Nacional Machu Picchu.
Es importante planificar bien tu visita a la selva, ya que el clima puede ser cálido y húmedo, y las lluvias son frecuentes, especialmente entre noviembre y marzo. Lleva ropa ligera y repelente de insectos. Una buena opción es participar en un tour guiado, que no solo te permitirá explorar la biodiversidad de la zona, sino que también te brindará información sobre la cultura local. Las comunidades indígenas de la selva, como los Asháninka y los Shipibo, tienen tradiciones ricas que puedes descubrir durante tu visita.
Los circuitos turísticos hacia la selva pueden incluir actividades como caminatas, avistamiento de aves, y visitas a cascadas. Asegúrate de llevar una cámara para capturar la belleza natural del lugar. La gastronomía de la selva es otro atractivo, con platos típicos como el juane y el timbuche que no puedes dejar de probar.
Además, si tienes tiempo, considera explorar la región de Manú o Tambopata, donde se encuentran algunas de las reservas más importantes del país. Recuerda siempre respetar el medio ambiente y seguir las indicaciones de los guías locales para preservar este valioso ecosistema. La selva peruana es una experiencia inolvidable que complementa perfectamente la visita a Machu Picchu, ofreciendo una visión completa de la riqueza natural y cultural de Perú.