Huayna Picchu y Montaña Machu Picchu son dos de las rutas más emblemáticas para los visitantes que llegan a la famosa ciudad inca de Machu Picchu. Ambos picos ofrecen vistas espectaculares, pero cada uno tiene características que los hacen únicos. La ganancia de elevación de Huayna Picchu es de aproximadamente 360 metros, mientras que Montaña Machu Picchu tiene una elevación de 650 metros.
Subir a Huayna Picchu es un desafío que requiere buena condición física. La ruta es empinada y está bien señalizada, pero puede ser resbaladiza en la temporada de lluvias. Por otro lado, la caminata a Montaña Machu Picchu es más larga y menos empinada, lo que la convierte en una opción más accesible para quienes buscan disfrutar de la naturaleza y las vistas sin un esfuerzo extremo.
Ambas montañas ofrecen vistas impresionantes de la ciudadela inca y del paisaje circundante. Desde la cima de Huayna Picchu, los visitantes pueden ver la famosa Puerta del Sol y el río Urubamba serpenteando por el valle. Montaña Machu Picchu, por su parte, ofrece una panorámica más amplia, incluyendo toda la extensión de la ciudad inca y el majestuoso pico de la montaña que la rodea.
Es importante tener en cuenta que las entradas para ambas montañas son limitadas, por lo que se recomienda reservar con anticipación. La entrada a Huayna Picchu se vende en franjas horarias, y es mejor planear la visita a primera hora de la mañana para evitar la multitud. Montaña Machu Picchu también tiene un límite de visitantes, pero las horas son más flexibles.
Además, los guías turísticos suelen ofrecer información valiosa sobre la historia y la cultura inca durante el ascenso. No olvides llevar suficiente agua y snacks, así como ropa cómoda y calzado adecuado para la caminata. La experiencia de subir a estas montañas no solo es física, sino también espiritual, ya que te conecta con la rica historia de los incas y la majestuosidad de la naturaleza peruana.