La planificación de viajes a Perú, y en particular a Machu Picchu, requiere una atención especial a los detalles. Primero, es esencial elegir la mejor época del año para visitar. La temporada seca, que va de mayo a septiembre, es ideal para disfrutar de caminatas sin lluvias. Sin embargo, los meses de junio y julio son los más concurridos, por lo que se recomienda reservar con antelación.
Al llegar a Cusco, es importante aclimatarse a la altitud, ya que la ciudad se encuentra a más de 3,400 metros sobre el nivel del mar. Beber mucha agua y evitar esfuerzos intensos durante los primeros días puede ayudar con este proceso. Una vez aclimatado, los visitantes pueden explorar la rica cultura de la ciudad, que incluye impresionantes sitios arqueológicos y una vibrante vida local.
Para llegar a Machu Picchu, existen varias opciones, como el famoso Camino Inca o el tren desde Cusco hasta Aguas Calientes. El Camino Inca es una experiencia única, pero es necesario reservar con meses de anticipación. Alternativamente, el tren ofrece un viaje escénico y cómodo con vistas impresionantes de los Andes.
Una vez en Machu Picchu, se recomienda contratar un guía local para entender la historia y la arquitectura del lugar. También es aconsejable visitar tanto al amanecer como al atardecer, cuando la luz resalta la majestuosidad de las ruinas. No olvides llevar ropa cómoda, protección solar y una cámara para capturar la belleza del paisaje.
Finalmente, al planificar tu viaje, considera incluir un recorrido por el Valle Sagrado y otras atracciones cercanas, como Pisac y Ollantaytambo, que ofrecen un vistazo fascinante a la vida andina y su historia.
