La selva del Perú es un vasto y fascinante ecosistema que alberga una riqueza natural y cultural sin igual. Desde la Amazonía peruana, que se extiende por más de 782,000 km², hasta sus ríos caudalosos y su biodiversidad, la selva es un destino que cautiva a los viajeros. A solo unas horas de Machu Picchu, puedes experimentar un contraste impresionante entre las tierras altas andinas y la exuberante vegetación de la selva.
Los pueblos indígenas que habitan estas tierras tienen una profunda conexión con la naturaleza y ofrecen una rica herencia cultural. Al visitar, es recomendable participar en un tour guiado para aprender sobre sus tradiciones y prácticas sostenibles.
El acceso a la selva se puede realizar desde Cusco o Puno, donde hay opciones de transporte terrestre y aéreo. La mayoría de los visitantes optan por tours que incluyen actividades como caminatas, observación de aves y visitas a comunidades locales. Los alojamientos varían desde eco-lodges hasta campamentos más básicos, todos ofreciendo una inmersión en la naturaleza.
Es esencial llevar repelente de insectos, ropa ligera y cómoda, así como un par de botas de trekking. La temporada de lluvias, que va de noviembre a abril, puede dificultar el acceso, así que planifica tu viaje entre mayo y octubre para disfrutar de mejores condiciones climáticas.
No te pierdas la oportunidad de degustar la gastronomía local, que incluye platos como el juane y el tacacho, elaborados con ingredientes frescos de la región. Además, si tienes tiempo, considera visitar el Parque Nacional Manu o la Reserva Nacional Tambopata para explorar aún más la biodiversidad de la selva.
Por último, recuerda respetar las costumbres locales y la naturaleza durante tu visita. La selva del Perú no solo es un destino turístico, sino un lugar sagrado y vital para muchas comunidades.
